domingo, 6 de mayo de 2012

Diálogo

Oh, oh, oh

 (Se ve el interior de un coche, un utilitario de cinco puertas. Se abren todas a la vez y entran cuatro hombres con una bolsa a toda prisa y con pasamontañas. Todos entran gritando eufóricos).

Arturo (sentado de copiloto): Jajaja, ¡enorme muchachos! Bors, llévanos lejos de aquí antes de que esto parezca una granja de cerdos.
(Pasan un rato más vitoreando y felicitándose).
Arturo: Bien caballeros, yo creo que ya podemos quitarnos esto.
Tristán (sentado detrás de Arturo): Ah, qué gusto. Esto debe ser lo que siente una almeja cuando le quito las bragas a su dueña.
Lancelot (detrás del piloto): Jaja, ¡será guarro! ¿Y tú qué? ¿Nunca has pensado en cómo se sienten tus pequeñas cuando las liberas?
Tristán (agarrándose el paquete): Estas grandullonas, señor Lancelot, van siempre libres como el viento, viven libres de ataduras y obstáculos.
Arturo: En serio Tristán, nunca dejarás de sorprenderme. Pero bueno señores, pasemos a cosas algo más serias.
Lancelot (interrumpiéndole): No, no, no. Quiero saber una cosa. Tristán, ¿no sientes que así estás, no sé, desprotegido? En fin, a mí es que me molestaría hasta el ver volar una mosca cerca de mis huevos por si se le ocurriera hacer un aterrizaje de emergencia.
Tristán: Prefiero una agradable ventilación a confiar la integridad de mi aparato a una tela de fabricación china de 0,5 milímetros de grosor.
Bors (va conduciendo): Ese hijo de puta tiene un punto con eso.
Tristán: ¿A quién llamas tú hijo de puta maldito maníaco? Mi madre es una jodida santa.
(Bors suelta el volante y se vuelve a mirar a Tristán con cara de loco)
Bors: me importa una mierda cómo te dirijas a mí. ¿Quieres que salgamos despedidos por un lado de esta mierda de carretera?
Arturo: Ya está bien Bors, coge el volante.
Bors: ¡¡No!! Antes quiero que esta maricona me pida perdón.
Lancelot (nervioso): Vamos hombre, que solo era una broma.
Tristán: Está bien Bors, coge el volante.
Bors (gritando como un energúmeno): ¡Pídeme perdón o nos vamos todos y lo que quiera que haya en esa maldita bolsa a tomar por culo!
Tristán: Está bien, lo siento, ¿vale? Ahora haz el favor de coger ya el volante. Dios, me late el corazón más fuerte ahora que durante el robo. Es que ya sabéis que no aguanto que nadie hable así de mi madre.
Arturo: De todas maneras Tristán, lo de Bors no era más que una forma de hablar. No puedes ponerte así por una tontería.
Lancelot: ¿Y a ti qué coño te importa cómo se ponga nadie?  Que yo recuerde nadie te ha nombrado el jefe de nada pero tú siempre estás diciéndonos qué debemos hacer y encima ahora nos dices hasta qué no debemos hacer.
Arturo: No soy el jefe. No hay ningún jefe. Fue lo primero que acordamos.
Lancelot: Ni tú te lo crees. Todos aceptamos este encargo pero solo tú sabes qué hay en esa bolsa, ¿por qué será? ¿No confías en nosotros o qué?
Arturo: Eso no es cosa mía. Las que nos contrataron pensaron que cuantos menos de nosotros supiéramos lo que hay ahí dentro mejor.
Tristán: Ey, ey, ey, para el carro. ¿Las? ¿Has dicho las? ¿Me estás diciendo que estoy trabajando para un puñado de hormonas camufladas en carne paridoras?
Lancelot: Eso es, ¿qué más n nos has contado?
Arturo: Eso da igual, nos van a pagar un millón de euros a cada uno y solo por robar una bolsa de nada.
Lancelot: Y una mierda. Ese es el precio que tú nos dijiste, seguro que a ti te prometieron algo más.
Arturo: Si contaron conmigo por algo será, ¿no? No me partí el lomo todos estos años en trabajos de mierda para nada. No hay jefes pero alguien tenía que llevar las riendas de todo esto.
Lancelot: ¡Ahá! ¡Al fin salió!
Arturo: ¿Qué salió?
Tristán (hablando como para sí mismo): Maldita sea, ya me lo decía mi madre, no te fíes de nada que sangre durante cinco días y no se muera.
Bors: Ya está bien, dejad que se explique.
Arturo: Bien, si tanto insistís os lo diré. (Hace un gesto de pedir permiso a Lancelot). ¿Me permitís?
Lancelot: Payaso.
Arturo: Lo que tenemos aquí caballeros no es ni más ni menos que el primer y único prototipo de la primera bomba de ozono.
(Los otros tres miran la bolsa y se separan todo lo que pueden de ella de un salto).
Bors: ¡Y una mierda! ¿Qué es eso y para qué lo quiere nadie?
Arturo: Caramba Bors, pensaba que de aquí eras el que menos temerías estar tan cerca de una bomba.
Bors: No me vaciles Arturo. Me da igual lo que me pase a mí, pero no me gusta que se haga daño a nadie que no lo merezca. Y eso no parece hecho para hacer cosquillas.
Tristán: ¡Mierda, mierda, mierda! ¿Véis lo que os decía antes de no fiarse?
Lancelot: Arturo, esto es muy serio, ¿quién es esa gente y para qué quieren esto?
Arturo: Su objetivo final ni lo sé ni mi importa. Un millón de euros es lo que sé.
Bors: Eso es lo que vale nuestra conciencia.
Lancelot: ¡Eso es lo que vale nuestra puta alma! Pero, ¿qué estamos haciendo? Deshagámonos de esto. ¿Quién está conmigo?
Tristán: Yo.
Bors: Y yo. Dejémosla escondida en cualquier sitio y llamemos a la poli desde una cabina. A saber qué se puede hacer con eso.
(Arturo saca dos revólveres y apunta con ellos a Tristán y Lancelot).
Arturo: Bien caballeros, ahora sí que mando yo le pese a quien le pese, ¿has oído Lancelot?
(Lancelot asiente asustado).
Arturo: Bors, suigue conduciendo hasta el punto de entrega que habíamos acordado. Y esto, señores, esto, cambiará la guerra tal y como la conocemos. Es un arma casi soñada. Al ser detonada libera una cantidad inmensa de gas ozono en un radio de cincuenta kilómetros a la redonda.
Bors: ¿Y eso para qué mierdas sirve?
Arturo: Eso, caballeros, sirve para conquistar. Conquistar minimizando los gastos en la reconstrucción del lugar del impacto.
Tristán: No lo entiendo, ¿cómo se supone que funciona eso?
(Lancelot hace amago de abalanzarse sobre Arturo para desarmarle pero este amartilla el revólver y Lancelot se detiene y vuelve a su sitio).
Arturo: Ah, ah, ah mi pequeña rata, yo que tú no lo haría. Bien señores, si me permiten continuar... Bien, el ozono, aunque no lo sepáis mis ignorantes, es O3. Si una gran cantidad de este gas es aspirada, sustituye al O2 en sangre y la muerte llega casi al instante. Además no es lo suficientemente volátil como para provocar una explosión, por lo que los desperfectos estructurales en los edificios son mínimos.
Bors: Eres un maldito cobarde, si pudiera te...
Arturo (encañonándole): ¿Me qué, eh? Vamos valiente, solo dame una excusa.
Lancelot: ¡Maldita sea estás chiflado! Déjanos ir, no le contaremos nada de esto a nadie.
Tristán: Eso es, a nadie, lo juro por mi madre, Arturo en serio, por favor.
Arturo: Como comprenderéis no puedo hacer eso. Como bien apuntó Lancelot antes me juego más que un millón de euros.
Lancelot: ¡Mierda lo sabía! ¿Qué tienen para ti?
Arturo: Jajaja, en fin, ya que lo quieres saber...
(Bors suelta las manos del volante, cierra los ojos y miera hacia el cielo).
Arturo: ¡Coge ahora mismo el volante maldito loco! ¡¿Me oyes!?
Bors: Por nuestros actos nos conocerán.
(Se apaga la luz y se oye el ruido de ruedas chirriando, acto seguido se oye como se rompen hierros y cristales, solo queda el ruido de un intermitente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario