domingo, 25 de marzo de 2012

Conferencia de Fermín Cabal

Corta y pega. Follar. Casi todo el mundo parece que se ha centrado en eso y se ha tomado muy literalmente sobre todo lo primero. Bien, no voy a romper con la norma y voy a hablar de lo que entendí yo por cortar y pegar. Antes una aclaración: lo de "cortar" en vez de "copiar" es intencionado, así lo dijo él y mal dicho tampoco está.
 Bien, cuando Fermín Cabal hablaba de cortar y pegar, yo lo tomé como lo que otros llaman "inspiración" (comillas intencionadas). ¿Inspiración? Vaya, la misma que Thierry Ghetta (a.k.a. Mr. Brainwash) cuando empezó a filmar a Banksy y más tarde montó su propia exposición con "sus" propias obras.
LA INSPIRACIÓN ESTÁ SOBREVALORADA
Así de alto lo digo y así de firme lo creo. Quien más presume de inspiración más copia, y esta vez sí, copia, no se inspira y cambia aquí y allá; copia (cof, cof, Coldplay, cof, cof). ¿Es malo fijarse en lo que han hecho los demás? No, así funciona todo, es el motor de toda la ciencia por ejemplo. ¿Tendríamos un Quijote si Cervantes no se hubiera "inspirado" o fijado, incluso tomado prestado lo que llevaba haciéndose desde hacía 200 años? Una vez más, no. 
Luego tenemos la otra cara, la más fea y oxidada de la moneda a mi parecer. ¿Para innovar realmente tienes que crear esas extravagancias ridículas que no hay un dios que las entienda? Pues si es así, me quedo con el corta y pega.
Lo que nos diferencia a unos de otros, en esto del arte, es el estampar nuestra firma, algo que nos diferencie del resto. Puedes inspirarte en lo anterior, pero no lo clones, estámpale tu firma; sé creativo. Creatividad no es lo mismo que inspiración, es mejor, es mejorar lo que ya era bueno y hacerlo increíble.
En el fondo no hay nadie que no corte y pegue.

domingo, 11 de marzo de 2012

Monólogo

Bueno, pues eso, no os lo he dicho pero os lo digo ahora: soy un acojonado de cuidado. Os cuento: a ver, para poneros en situación, imaginad un barrio más o menos de bien... vale, pues justo en el otro extremo donde ya no se ven esos barrios ni entre la niebla estaba yo, yo y medio kilo de... de verde, repartido en dos bolsitas, que tampoco hay que especificar aquí demasiado y darle una escusa a la señora Guardia Civil para que me llamen a casa un día de estos. El caso es que me vi solo, bueno, solo, solo, no, estaba acompañado de cinco hombres de vida de dudosa legalidad, en un piso, en una habitación con una puerta sin pomo y con el ruido de la tele con Manolo Lama y Paco González amenizando la partidita que se estaban echando al FIFA dos de estos "amigos" míos.
Bien, pues estoy tan tranquilo negociando las condiciones de la transacción cuando sin comerlo ni beberlo me sobrevino un señor puñetazo de todavía no sé dónde y lo siguiente que recuerdo es lo frío que estaba el suelo. Claro, me levanté asustado y despacio; "ya está" me dije, "esto me pasa por buscar el dinero fácil, no podía seguir con la gentecilla del barrio poco a poco, tenía que volver donde los mataos estos y jugármela, pues nada, quiero mucho a mi familia, a mi novia, yo qué sé, hasta a mis peces los quiero mucho ahora".
Mirad, lo siguiente fue coger una de las bolsas que llevaba y tirársela en la cara a uno de ellos, con tan buena suerte que se abrió y se pusieron nerviosos. También tuve bastante buena suerte en que la puerta sin pomo a la que me he referido antes se abría de una simple patada. Salí de allí por patas, en la he vida he corrido tanto. Subí a mi coche, metí la llave a la primera, o a la quinta, no me acuerdo, arranqué, salí quemando rueda y me marché de allí a toda velocidad.
Estoy enfilando ya la N-II cuando miro a mi derecha y veo una de las bolsas. Solo me acuerdo de pensar "por esta mierda casi me matan". Claro, tan distraído iba pensando en lo que me acababa de suceder, con el corazón aún en la boca, que no me dí cuenta de que adelantaba a un coche de la policía nacional. Bueno, debí hacer todo el camino hasta Guadalajara delante suyo, porque ya entrando a la ciudad oí la sirena y vi las luces de repente, así que no podían haber venido de muy lejos. "Me han cazado" pensé, "me llevan siguiendo desde que he salido, ya me tenían fichado y me van a pillar ahora". Una cosa os voy a decir: cuando acabas de pasar por lo que yo acababa de pasar, ves a la policía con menos seriedad de la que realmente merecen. Así que nada, me vi fuerte y me metí en la ciudad a intentar despistarlos mientras me seguían. Calles, cruces, nada, no los despistaba. Ponía intermitentes para un lado y me iba para el otro, me salté cedas el paso, me metí en el parking del Corte Inglés, otra vez, nada. Sudando, yo nerviosísimo, agobiadísimo. Yo estoy estudiando, tengo novia, una familia bien, no sé por qué vendía esa mierda. Bueno sí, por dinero, a ver, pero no merece la pena tanto estrés. Y éstos siguen detrás y con las luces.
Desistí, nada más salir del centro comercial, cuando ya me había despedido mentalmente de todos mis amigos, mi novia, mi familia, mis mascotas, cuando ya estaba completamente hundido, me da unos golpecitos en la ventanilla uno de los agentes uniformados. Bajo del coche, cabeza gacha, pongo las manos en posición de "ponme las esposas y acaba cuanto antes" y me coloca el señor agente de la ley entre ellas algo de plástico, redondo, sucio. Un tapacubos. "Un tapacubos", mi mente repetía eso, una y otra vez. Me iba a estallar la cabeza. "Un tapacubos". Y me dice el señor agente: "tío, ¿no te enteras que te estábamos dando el alto? Has perdido el tapacubos en la nacional, es peligroso. Íbamos justo detrás y hemos parado a retirarlo, como te hemos visto otra vez te lo íbamos a dar pero macho, menuda vuelta nos has hecho dar. Toma y ve con cuidado, y ojito con los ceda que... ojito".
Yo: "Gracias".

lunes, 5 de marzo de 2012

Conferencia de Consuelo Triviño

Fue entrar en la sala de conferencias (más comúnmente conocida como el aula 3), empezar a hablar Consuela Triviño y sentir cómo me invadía un aura especial, una positividad emergente de alguien a quien le gusta lo que hace y se le nota, de alguien para quien escribir es más que una forma de ganarse la vida, que también, es una pasión; pasión por la lectura y por la escritura, por conocer, por enseñar, dar y recibir. Eso se nota, no es un discurso aprendido.
Me enseñó (no sé al resto) que si quiero escribir, que escriba, si estoy en edad de escribir, y para escribir no hay edad, que lo haga. Puede que al principio lo haga mal, tenga que depurar la técnica, pero es algo que hay que hacer. Todo escritor tiene que recorrer su propio viaje, el de unos puede ser un viaje de una sola parada, escribir para trabajar siempre haciendo lo mismo y oye, no está mal, es muy digno y puede ser muy bonito; o un viaje de largo recorrido, que no sabes por dónde te va a llevar, que puede ser a veces apacible, a veces turbulento, puedes tener que escribir de oficio, hay que comer, pero puedes probar otras cosas, dar alas a tu imaginación y echarla a volar. Es un viaje que hay que hacer, no te lo pueden contar.
También me sorprendió una obviedad (que se me dibuja clara ahora, antes no me había dado cuenta): el origen de la escritura es la lectura. ¡Flash! Se me encendieron las luces. Claro, esos sabores, olores, formas, colores, esas sensaciones que he sentido leyendo son por las que escribo. Quiero hacer sentir lo que yo sentí, quiero que la gente toque lo que yo describo igual que yo usaba las herramientas que usaba Ayla en las famosas novelas de la colección Hijos de la Tierra de Jean Marie Auel, quiero que quien me lea se pierda como yo me perdí por el Bosque Negro que creó de la nada J.R.R. Tolkien, o que sufran mis lectores y tiemblen de miedo como lo hice yo con el Drácula de Bram Stoker. Todos estos libros y muchos otros me incitaron a escribir, los leía y pensaba "esto lo podría hacer yo", incluso "esto yo lo hubiera hecho así o asá y hubiera quedado mejor". Bien, pues es el momento de coger un boli o de aporrear teclas y ponerse a ello.
Gracias Consuelo si me lees, me has dado un empujoncito que me ha venido muy bien.